Magistrada en excedencia, abogada, presidenta de la Fundación para la Investigación sobre el Derecho y la Empresa (FIDE) –un “think tank” jurídico económico que analiza las cuestiones de actualidad en ambas áreas–, Cristina Jiménez Savurido forma parte del jurado de la primera edición del Premio al Impulso de la Mediación Empresarial convocado por el Centro Español de Mediación (CEM), que preside Rafael Catalá.
El adelanto de las elecciones generales ha tenido como consecuencia que haya quedado abortado el proyecto de Ley de Eficiencia Procesal, que contemplaba la implantación de la mediación en España. Desde su punto de vista, ¿por qué es tan importante que la mediación eche raíces en el imaginario colectivo?
Este es el ámbito en el que yo me muevo, el que, desde mi punto de vista, merece la pena para potenciar a los profesionales.
El proyecto de Ley de Eficiencia Procesal introduce algo que ya existía en aquella ley de 2000: ir a una solución alternativa de conflictos, que no necesariamente tenía que ser una mediación. Podía ser una conciliación, una negociación. Y era obligatorio.
Es evidente que para que la mediación sea operativa hay que cambiar la mentalidad de los españoles y hacer que la gente tenga voluntad de llegar a un acuerdo.
Funciona pavorosamente bien en el ámbito anglosajón.
¿Mejor que el arbitraje?
En los Estados Unidos no hay ninguna empresa grande que prácticamente espere a tener una resolución judicial.
La mediación creo que funciona fundamentalmente entre las empresas internacionales. Las empresas grandes, sí, las empresas que, por las circunstancias en las que se desarrolla su mercado tienen que seguir siendo amigos. Tienen que seguir manteniendo relaciones comerciales.
Bien porque son el proveedor único. O bien porque se han desarrollado contratos tan complejos que tienen que continuar. Por eso buscan soluciones adecuadas para ambos, creativas. Y solucionan sus problemas.
¿Por qué no funciona así en España? ¿Las empresas son más “aficionadas” a la Justicia?
Creo que en España hay un problema cultural. Por una parte, parece que necesitamos que sea un juez el que nos diga lo que tenemos que hacer.
No voy a cumplir el contrato que tengo contigo o no voy a aceptar la solución que tú me propones.
No se trata solamente de que formemos a los mediadores. Los abogados de Estados Unidos lo tienen claro. Porque son ellos los que tienen la llave de la puerta de la mediación.
La mediación debería de ser una de las primeras alternativas en la gran mayoría de los conflictos para que la gente solvente tiene esos problemas.
Los abogados en España han recibido poca formación en materia de mediación. Esto exige una formación no solamente para ser mediador sino también para se abogado dentro de la mediación.
En las mediaciones las partes están asistidos por abogados, exactamente igual que en los pleitos o que en el arbitraje. Lo que pasa es que requiere una creatividad mayor.
El arbitraje es distinto a la mediación Tiene muchas ventajas frente a la jurisdicción, pero también tiene muchos déficits frente a la mediación. En el arbitraje, la resolución es exactamente igual que en la jurisdicción. Está cerrada.
El árbitro, como el juez, solamente tiene la posibilidad de optar entre las soluciones o las alternativas propuestas. Sin embargo, con la mediación se puede crear una nueva solución que no está en el marco judicialmente cerrado de la jurisdicción o del arbitraje.
Y para esto hay que ser más creativo y más valiente. Hay que sentarse, hay que remangarse y hay que olvidarse de decir “Yo, Carlos, contigo no me vuelvo a sentar”.
Me siento porque tengo que seguir con todo esto. Porque tú eres tu proveedor fundamental. Me siento porque tú eres la única persona que me puedes hacer una cosa. Me siento por múltiples motivos. Esto hay que aprender a pasarlo.
«La mediación es muy interesante para los temas complejos en el campo de batalla, en el que los abogados de los empresarios y los abogados externos de las empresas se remangan para construir un acuerdo»
¿Qué tiene más ventajas, el arbitraje o la mediación?
Creo que hay algunos conflictos que deberían empezar por la mediación y si no se alcanza un acuerdo, podrían ir al arbitraje.
La diferencia es que cuando tú te vas al arbitraje es exactamente igual que en el juzgado.
Yo digo que creo que por convenio, hay que cumplir el contrato que hemos suscrito y tú dices que no. Esos son los márgenes del arbitraje.
Sin embargo, en la mediación te digo mira, yo quiero que cumplas este contrato y me pagues y tú me puedes decir, yo quiero pagar el 70 %, pero tengo que hacerlo a plazos. Y además me pones un paraguas de colores como aliciente. Construimos una solución nueva.
Está diciendo entonces que la cultura española, en este campo, en comparación con la anglosajona es… ¿más regulatoria?
Sin duda.
¿Para esto de la mediación hay que poseer habilidades personales especiales? Usted y yo conocemos a Agustín Azparren, magistrado excedente, como usted, y abogado, que es un magnífico mediador. Le viene así de fábrica. Lo que me plantea la duda sobre si el mediador nace o se hace.
Coincido con usted en que Agustín Azparren es un magnífico profesional, pero yo creo que las habilidades se aprenden a través de la formación. Son técnicas. El único problema es que igual que dos no discuten si uno no quiere, dos no llegan a un acuerdo si uno no quiere.
Uno puede tener el mejor mediador del mundo, pero si no hay voluntad de llegar a un acuerdo por alguna de las partes, no es posible. Hay que llegar a soluciones creativas.
Por ejemplo, Agustín Azparren tiene una formación como jurista y como mediador excepcional. Pero ni Agustín Azparren ni nadie puede conseguir un acuerdo entre dos personas que no lo desean.
Porque el mediador no proporciona la solución. El mediador hace que tú ofrezcas tu mejor solución o que aceptes la solución del otro. Pero no va a decir cómo las partes tienen que solucionar sus problemas…
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